27 de julio de 2012

peligro, gente pensando....


pienso mucho, muchísimo... a veces hasta llega a dolerme la cabeza de pensar... y otras veces me duele de oirme hablar... También hay días que no hablo,  pero no porque me pase nada, sólo porque no me apetece hablar y porque considero que no tengo nada que decir. Cuando pasa eso me obligo a decir una palabra en alto cada rato para ver como sueno.

pero ahora pienso incluso más que antes, ya que me paso una hora y media todos los días de la ceca a la meca (la ceca es mi casa y la meca el trabajo), tres horas de pensamientos sin fin todos los días...
Sé que podría llevarme un libro, pero pesan y no me gusta que el bolso pese. A veces veo a gente en el metro que lleva su maletita con ruedas para su portátil y pienso:

¿y si me compro una? podría llevar dentro unos zapatos de tacón para estar monísima en la oficina y los zapatos bajos puestos para andar de la ceca a la meca todo el día. También podría llevar algo de comer y asi me evitaría bajar al carrito de la comida dos veces al día. Sólo llevo tres semanas en la oficina y la del carrito ya me conoce. Debo ser su clienta VIP. Incluso podría llevar el libro para leer en el metro y así pensar menos, porque a mi me gustan los libros grandes, los que pesan, y huelen a libro para leer durante varias semanas. No llevaría el portátil, porque lo dejo siempre en la oficina (es un portátil fijo), así que podría ocupar el espacio disponible para el portátil y guardar también el bolso dentro de la maleta.  Yo conozco a uno que todos los días se llevaba la funda del portátil a su casa vacia, es decir sin portátil, sólo con sus cosas (cartera, un par de folios, un boli...supongo) porque no le gustaba llevar la cartera en el bolsillo del traje. Esto lo sé porque me lo contó el... Un visionario.

pues el otro día iba en el metro, y el conductor frenó de repente entre dos estaciones y todos nos agarramos a la barra para no caernos, y como nos pilló bastante desprevenidos, nos agarramos en plan barra de streaptease, y de repente me imaginé que todos los que íbamos en el metro a las siete y media de la mañana (hombres trajeados, mujeres con tacones, freaks, amas de casa, abuelos que van a cuidar nietos, el de seguridad...)  nos poníamos a bailar en el metro como Demi Moore en la película  y me dió un ataque de risa imaginándome la escena, y después fué peor porque acto seguido me acordé de la versión de Ana Obregón en Ana y los Siete. Estuve riéndome sola un buen rato.

en fin... que igual empiezo a llevar un libro para ir de la ceca a la meca...